CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA
–CEE-
NOTA DE
PRENSA
Ante
la aprobación del anteproyecto de Ley que equipararía las uniones homosexuales
al matrimonio
Madrid, 1 de octubre de
2004
El
Consejo de Ministros ha aprobado hoy un anteproyecto de Ley que pretende
equiparar al matrimonio la unión de personas del mismo sexo. Se trata de una
propuesta errónea e injusta. Porque “el matrimonio, engendrando y educando a sus
hijos, contribuye de manera insustituible al crecimiento y estabilidad de la
sociedad. Por eso le es debido el reconocimiento y el apoyo legal del Estado. En
cambio, a la convivencia de homosexuales, que no puede tener nunca esas
características, no se le puede reconocer una dimensión social semejante a la
del matrimonio y a la de familia” (Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española,
Matrimonio, familia y “uniones homosexuales”, nº 13).
Las personas homosexuales no deben ser discriminadas
en sus derechos ciudadanos. Pero las instituciones sociales deben ser tuteladas
y promovidas por las leyes. El matrimonio es una institución esencialmente
heterosexual, es decir que “no puede ser contraído más que por personas de
diverso sexo: una mujer y un varón. A dos personas del mismo sexo no les asiste
ningún derecho a contraer matrimonio entre ellas. El Estado, por su parte, no
puede reconocer este derecho inexistente, a no ser actuando de un modo
arbitrario que excede sus capacidades y que dañará, sin duda muy seriamente, el
bien común. Las razones que avalan estas proposiciones son de orden
antropológico, social y jurídico” (Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, En favor
del verdadero matrimonio, nº 3).
La medida propuesta tendrá consecuencias negativas
que afectarán a toda la sociedad. No se trata de reconocer un pretendido derecho
a algunas personas que en nada perjudicaría a los demás. “Si el Estado procede a
dar curso legal a un supuesto matrimonio entre personas del mismo sexo, la
institución matrimonial quedará seriamente afectada. Fabricar moneda falsa es
devaluar la moneda verdadera y poner en peligro todo el sistema económico. De
igual manera, equiparar las uniones homosexuales a los verdaderos matrimonios,
es introducir un peligroso factor de disolución de la institución matrimonial y,
con ella, del justo orden social”. “¿Será posible seguir sosteniendo la verdad
del matrimonio, y educando a los hijos de acuerdo con ella, sin que padres y
educadores vean conculcado su derecho a hacerlo así por un nuevo sistema legal
contrario a la razón? ¿No se acabará tratando de imponer a todos por la pura
fuerza de la ley una visión de las cosas contraria a la verdad del matrimonio?”
(En favor del verdadero matrimonio, nº 4 b y
c).
La adopción ha de mirar siempre al bien de los niños,
no a supuestos derechos de quienes los desean adoptar. Dos personas del mismo
sexo, que pretenden suplantar a un matrimonio, no constituyen un referente
adecuado para la adopción. “La figura del padre y de la madre es fundamental
para la neta identificación sexual de la persona. Ningún estudio ha puesto
fehacientemente en cuestión estas evidencias” (En favor del verdadero matrimonio, nº 4
a).
Si esta legislación se llevara adelante,
abandonaríamos la sabiduría humana y jurídica de toda la Humanidad. “La historia
universal lo confirma: ninguna sociedad ha dado a las relaciones homosexuales el
reconocimiento jurídico de la institución matrimonial” (En favor del verdadero matrimonio, nº 4
b).